Comenzaremos por operacionalizar los conceptos:
Deficiencia: Es toda pérdida o anormalidad de una estructura o función psicológica, fisiológica o anatómica. Se manifiesta ante el hecho notorio cuando el individuo toma conciencia de su alteración.
Discapacidad: Es toda reacción o ausencia de la capacidad de realizar una actividad (por la deficiencia) en la forma o dentro del margen que se considera normal para un ser humano.
Minusvalía: Es una situación desventajosa para un individuo determinado, consecuencia de una deficiencia o una discapacidad que limita o impide el desempeño de un rol, que es normal en su caso.
Algunos autores definen como discapacitados a aquellos que teniendo el potencial adecuado, no realizan con independencia las distintas actividades que surgen de las necesidades humanas.
Podríamos agregar que de alguna u otra forma todos presentamos diferentes discapacidades, algunas manifiestas, otras menos relevantes o que no nos colocan en una situación de minusvalía.
A su vez las personas que presentan una discapacidad (cualquiera sea su clase) pueden presentar capacidades sexuales similares a las personas “no discapacitadas”.
Podemos dividir a las discapacidades:
Según su inicio:
• congénitas
• adquiridas
Según el área afectada:
• mentales
• orgánicas
y estas a su vez
Según el sistema afectado:
• neurolocomotoras
• viscerales
• sensoriales
El nacimiento de un niño con una discapacidad o su adquisición durante la infancia interferirá en la posibilidad de adquirir autonomía y diferenciación como sujeto.
Discapacidades mentales:
Lo singular de las sexualidad de las personas con discapacidad mental no se halla en la respuesta sexual en sí misma, que no se verá afectada en los casos de discapacidad mental que no incluyan otras deficiencias. Lo que ocurrirá en cambio es que debido a su menor coeficiente intelectual la evolución psicosexual se verá demorada o detenida en distintas etapas del desarrollo psicosexual.
Las causas del déficitl intelectual son variadas y en general se deben a enfermedades congénitas o adquiridas en los primeros años de la infancia.
Más allá del déficit intelectual y teniendo en cuenta lo particular de cada patología y cada caso podemos generalizar que la sexualidad de las personas con un déficit intelectual estará en consonancia con tres factores:
1) Edad cronológica: Determinará la maduración de su aparato genital. Se deberá tener en cuenta al avaluar el impacto que la expresión de la sexualidad de estas personas tiene sobre otros, en cuanto a la exhibición de sus cuerpos o la instrumentación de los mismos a fin de encontrar gratificación sexoerótica. Así mismo deberá considerarse como el factor determinante de las posibles consecuencias reproductivas de su ejercicio.
2) Edad mental: Referida al coeficiente intelectual. Determinará características de la sexualidad de éstas personas en base al desarrollo psicoevolutivo alcanzado.
3) Edad social: Se refiere a la adaptabilidad lograda en base a la estimulación provista por el medio familiar y el entorno. Si el estímulo ha sido adecuado, generalmente la edad social supera a la edad cronológica.
La expresión de la sexualidad de las personas con discapacidad mental estará en función del desarrollo psicosocial alcanzado, aunque se expresará a través un organismo que presenta una edad cronológica diferente. Esto es lo que generalmente confunde, cuando se atribuye a la persona con deficiencia mental la intencionalidad y finalidad de un “cuerpo” adulto.
A los fines didácticos, podemos clasificar el retardo mental en profundo, severo, moderado y leve. Las conductas sexuales estarán en consonancia del nivel mental alcanzado.
Retardo mental profundo.
Funcionarán emocionalmente como si tuviesen hasta un año de edad. Incapaces de valerse por sí mismos. La posibilidad de satisfacción erótica llega hasta la autoestimulación cuando les es posible organizar mínimamente un esquema corporal.
Retardo mental severo.
Su máximo desarrollo es equiparable a los dos años de edad. Pueden aprender hábitos mínimos de higiene y control de sus esfínteres. Comunicación simple verbal. Sus relaciones afectivas pueden incorporar otras figuras diferentes a quienes lo cuidan. Buscarán satisfacción sexual con su propio cuerpo, con objetos y con el cuerpo de quienes sean efectivamente significativos. Pueden llegar a diferenciar a ambos sexos. No llegan al coito por propia decisión, aunque pueden ser víctimas de abusos.
Retardo mental moderado.
Se los equipara a niños de 6 a 7 años. Por ende tendrán autonomía, hábitos de higiene y pueden desempeñar tareas simples. En lo sexual atraviesan etapas oral, anal y genital, conocen la diferencia de sexos y se identifican con las figuras de apego. Elegirán dentro de sus posibilidades a un compañero con quien compartir exploraciones sexualmente gratificantes. Pueden llegar al coito ocasionalmente por imitación o entrenamiento por otros.
Retardo mental leve.
Pueden alcanzar una edad mental puberal. Su capacidad de aprendizaje es lenta, aunque lograr relativa independencia social. Sexualmente pueden tener comprensión respecto de su respuesta sexual y de sus necesidades sexoeróticas, tendiendo a la búsqueda de una pareja afectivo
erótica. Buscan el placer sexual y se orientan hacia la hetero u homosexualidad. Dentro de sus actividades sexuales se pueden incluir el coito y aunque con dificultades se los puede educar para una sexualidad responsable.
Discapacidades sensoriales:
Nos referimos a aquellas personas que en forma congénita o adquirida tienen afectados uno o más de sus órganos sensoriales, es decir aquellos que nos comunican con el mundo.
Claro está que la afectación de los órganos sensoriales de no mediar alteraciones intelectuales concomitantes solamente impedirán desde la persona discapacitada integrar los estímulos sexoeróticos correspondientes al sistema afectado (visual, táctil, olfatorio, auditivo, gustativo).
Sin embargo pueden agregarse disfunciones en la esfera sexoerótica más allá de la limitación sensorial y estas están relacionadas a factores familiares y sociales.
Los principales factores son:
• alteraciones de los vínculos paterno – familiares
• represión de las manifestaciones de la sexualidad
• falta de independencia
• autoimagen de “cuerpo enfermo”
• escasa socialización
• insuficiente valoración familiar y social de la persona con discapacidad
• actitudes sociales negativas y de discriminación
• menores posibilidades de encuentros sociales y sexuales (invidentes, sordomudos)
• ausencia de educación sexual adecuada.
Discapacitados viscerales:
Entendemos por discapacidad visceral a aquella producida por una disminución crónica e irreversible de la función de cada uno o más órganos o sistemas: cardiovascular, digestivo, endocrino, etc.
En estos casos la discapacidad influirá sobre la sexualidad:
• afectando la respuesta sexual humana
• afectando la autoestima y autoconfianza
• interfiriendo en los vínculos de pareja
• ocasionando discriminación social.
Tengamos presente que es posible que las patologías que produzcan una discapacidad, sea mental, visceral o neurolocomotora; requieran medicaciones que a su vez interfieran la respuesta sexual, lo que incluye otro factor a tener en cuenta cuando consideramos la disfuncionalidad sexual.
Más allá de la causa o característica de la discapacidad de la que se trate o de las consecuencias que ésta discapacidad provoquen sobre la sexualidad de la persona afectada es necesario recordar que siendo la sexualidad una parte inalienable del ser humano todo esfuerzo que aportemos a su mejoramiento o restitución contribuirá sin dudas a su calidad de vida y a la de quienes comparten su mundo afectivo; familiares, hijos, pareja, etc.
Rehabilitar la sexualidad de las personas que presentan una discapacidad es una filosofía de responsabilidad ética frente a un ser humano que sufre. No hacerlo es condenarlo a una mayor minusvalía.
Por Lic. Sonia Peciulewicz
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